Las autoridades del condado han confirmado que el número de muertos debido a los incendios forestales en el archipiélago estadounidense de Hawái ha aumentado a 67, por lo que oficialmente se convierte en el mayor número de muertos por un desastre natural desde la condición de estado de la isla.
Hasta el momento, el desastre más mortífero que había vivido la isla fue el tsunami ocurrido en 1960, que dejó 61 personas muertas, según ha informado el canal de noticias estadounidense ABC News.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (HHS por sus siglas en inglés) ha declarado una emergencia de salud pública en la isla y han explicado que la declaración «brinda a los proveedores de atención médica de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS) una mayor flexibilidad para satisfacer las necesidades de salud de emergencia de los beneficiarios de Medicare y Medicaid».
«Haremos todo lo posible para ayudar a los funcionarios de Hawái a responder a los impactos de los incendios forestales en la salud», ha dicho el secretario del HHS, Xavier Becerra, en un comunicado, en el que ha añadido que están «trabajando en estrecha colaboración con las autoridades de salud estatales y locales», así como con sus «socios en todo el mundo».
Según las autoridades locales, más de 14.000 personas fueron evacuadas de la isla de Maui durante la jornada del miércoles, mientras que cerca 14.500 están siendo trasladadas a otras islas cercanas, ha recogido la cadena CNN.
Richard Bissen, el alcalde de Lahaina, antigua capital del archipiélago y una de las zonas más turísticas de Hawái, estimó en la víspera que el 80 por ciento de la ciudad ha quedado completamente destruido debido a las llamas, avivadas por el huracán Dora.
Sin embargo, los expertos han advertido que los impactos de estos incendios van más allá y pueden llegar a afectar la salud física de los residentes y podrían tener impactos en su salud mental.
Al final, el humo de los incendios forestales es una mezcla de gases, contaminantes y partículas que las personas pueden inhalar, que pueden penetrar en los pulmones e incluso ingresar al torrente sanguíneo. Además, las investigaciones han demostrado que los incendios forestales y el humo posterior pueden aumentar las tasas de ansiedad y depresión y empeorar entre las personas que ya tienen estas afecciones.