Suecia asumió el 1 de enero la presidencia del Consejo de la Unión Europea, en una etapa de «desafíos históricos» que llega marcada por las consecuencias de la guerra de Ucrania y que incluirá un intenso debate para «mejorar» el mercado energético, dentro del cual Estocolmo prefiere no marcar líneas rojas.
El embajador sueco en España, Teppo Tauriainen, ha repasado este miércoles los objetivos de un semestre que llega tras un 2022 complejo. «La Europa que habíamos conocido desde la caída del Muro de Berlín parece pertenecer al pasado», ha reconocido en un acto en la Embajada.
La guerra de Ucrania, ha añadido, «es un símbolo de la lucha por los valores europeos». «Ucrania está luchando por su supervivencia como nación», pero también «por la libertad de toda Europa», según Tauriainen, que ha comparecido acompañado de la directora de la representación de la Comisión Europea en España, Maria Ángeles Benítez.
El embajador no atisba «en el futuro inmediato» el fin de la guerra en Ucrania, por lo que en materia de seguridad se abre a actuar con «rapidez y determinación» ante cualquier eventualidad. Tanto Tauriainen como Benítez ven necesario igualmente que Ucrania siga dando pasos para integrarse en la «familia» europea».
Mantener la unidad europea en la respuesta a la crisis es uno de los grandes retos de una presidencia –la tercera desde que Suecia se incorporó a la UE–, en la que el país nórdico se ha marcado entre sus metas la transición energética. El embajador ha apuntado en este sentido que la invasión rusa de Ucrania hace que el fin de los combustibles fósiles sea «aún más apremiante».
La Comisión Europea pondrá estos meses sobre la mesa una propuesta de reforma del mercado energético, «fundamental» en palabras de la delegada en España del Ejecutivo comunitario, que espera encontrar «consenso» durante los próximos meses a pesar de ser uno de los temas más espinosos en el ámbito continental.
«Estamos de acuerdo en que hay que hacer algo a corto plazo, pero también a largo plazo», ha dicho por su parte Tauriainen, partidario de «mejorar» el marco común.
En materia de defensa de valores y del Estado de Derecho, otra prioridad para Suecia, la representante del Ejecutivo comunitario ha reconocido que los valores comunes están «en juego» no sólo por amenazas externas. Así, ha planteado que hay desafíos «dentro y fuera» de la Unión, por ejemplo para seguir defendiendo la independencia judicial o la lucha contra el fraude y la corrupción.
Suecia apuesta, además, por dar pasos para mejorar la competitividad europea, un ámbito este en el que espera que haya continuidad en la segunda mitad del año, con España como presidenta del Consejo de la UE. Tauriainen ha advertido de que «el proteccionismo no sirve a los intereses de Europa» y ha abogado por un comercial «cada vez más diversificado» para reducir dependencias, especialmente en sectores estratégicos.
«Una Europa abierta no es sinónimo de una Europa pasiva o ingenua», ha señalado el embajador sueco en Madrid.
ENTRADA EN LA OTAN
Tauriainen ha aludido a la adhesión pendiente a la OTAN y ha hecho suyas las palabras del primer ministro de Sueca, Ulf Kristersson, que hace unos días reconoció que alguna de las condiciones que Turquía plantea para completar la ratificación se antojan «imposibles».
Así, ha apostado por mantener el diálogo, pero ha incidido en que el país nórdico ha avanzado en «todos los puntos» incluidos dentro del acuerdo firmado en los márgenes de la cumbre de líderes de la Alianza Atlántica en Madrid. «Hemos intentado hacer todo lo posible», ha agregado.
El embajador ha alegado que alguna de las cosas que reclama Turquía se escapan de la responsabilidad del Gobierno, ya que por ejemplo en cuestiones de extradición interviene el sistema judicial, al margen por tanto de directrices políticas.
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