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Documentado un vuelo transatlántico de mariposas de 4.200 kilómetros

Por Redacción

Mariposas de la especie vanesa de los cardos descubiertas en Guayana Francesa en 2013, y que no son habituales en América del Sur, llegaron desde Europa tras atravesar el Atlántico desde África.

Es la conclusión de un estudio internacional que utilizó herramientas multidisciplinares innovadoras para rastrear el viaje de 4.200 kilómetros hasta el origen de esas misteriosas mariposas. Sus resultados se publican en la edición del 24 de junio de Nature Communications.

En primer lugar, el equipo de investigación reconstruyó las trayectorias del viento para el período anterior a la llegada de estas mariposas en octubre de 2013. Encontraron condiciones de viento excepcionalmente favorables que podrían permitir una travesía transatlántica desde África occidental, lo que abre la posibilidad de que esos individuos pudieran haber volado a través de todo el océano.

Después de secuenciar los genomas de estos individuos y analizarlos en comparación con las poblaciones a nivel mundial, los investigadores descubrieron que las mariposas tenían una relación genética más estrecha con las poblaciones africanas y europeas. Este resultado eliminó la probabilidad de que estos individuos vinieran de América del Norte, lo que refuerza la hipótesis de un viaje oceánico.

Los investigadores aprovecharon una combinación única de técnicas moleculares de última generación. Secuenciaron el ADN de los granos de polen transportados por estas mariposas. Identificaron dos especies de plantas que sólo crecen en África tropical, lo que indica que las mariposas bebieron néctar de flores africanas antes de emprender su viaje transatlántico.

Analizaron los isótopos de hidrógeno y estroncio en las alas de las mariposas, una señal química que actúa como una «huella dactilar» de la región de origen natal. La combinación de isótopos con un modelo de idoneidad del hábitat para el crecimiento de las larvas reveló un posible origen natal en Europa occidental, posiblemente Francia, Irlanda, el Reino Unido o Portugal.

El doctor Clement Bataille, profesor de Ciencias de la Tierra y Medioambiente de la Universidad de Ottawa, que codirigió el estudio, dice: «Es la primera vez que esta combinación de técnicas moleculares que incluyen geolocalización de isótopos y codificación de barras metabólica del polen se prueba en insectos migratorios. Los resultados son muy prometedores y transferibles a muchas otras especies de insectos migratorios. La técnica debería transformar fundamentalmente nuestra comprensión de la migración de los insectos».

«Solemos ver a las mariposas como símbolos de la fragilidad de la belleza, pero la ciencia nos demuestra que pueden realizar hazañas increíbles. Aún queda mucho por descubrir sobre sus capacidades», afirma Roger Vila, investigador del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-Universidad Pompeu Fabra) y coautor del estudio.

Los investigadores evaluaron la viabilidad de un vuelo transatlántico analizando el gasto energético del trayecto. Predijeron que el vuelo sobre el océano, de entre cinco y ocho días sin escalas, era factible gracias a unas condiciones de viento ventajosas.

«Las mariposas sólo podrían haber completado este vuelo utilizando una estrategia que alternara entre el vuelo activo, que es costoso energéticamente, y el planeo con el viento. Calculamos que sin viento, las mariposas podrían haber volado un máximo de 780 km antes de consumir toda su grasa y, por tanto, su energía», afirma Eric Toro-Delgado, del Instituto de Biología Evolutiva, otro de los coautores del artículo.

Los investigadores destacan la capa de aire sahariana como una importante ruta aérea de dispersión. Se sabe que estas corrientes de viento transportan grandes cantidades de polvo sahariano desde África hasta América, fertilizando la Amazonia. Este estudio demuestra ahora que estas corrientes de aire son capaces de transportar organismos vivos.

El impacto potencial de las migraciones en el contexto del cambio global Este hallazgo indica que pueden existir corredores aéreos naturales que conecten continentes, lo que podría facilitar la dispersión de especies a una escala mucho mayor de lo que se imaginaba anteriormente.

«Creo que este estudio demuestra bien hasta qué punto tendemos a subestimar las capacidades de dispersión de los insectos. Además, es totalmente posible que también subestimemos la frecuencia de este tipo de eventos de dispersión y su impacto en los ecosistemas», dice Megan Reich, becaria postdoctoral de la Universidad de Ottawa y coautora del estudio.

Gerard Talavera, descubridor de las mariposas en 2013 e investigador principal del estudio, añade: «A lo largo de la historia, los fenómenos migratorios han sido importantes para definir las distribuciones de las especies a medida que las observamos hoy».

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