El Papa ha criticado «la hostilidad de los países ricos» con los inmigrantes y ha censurado a quienes especulan sobre su sufrimiento.
«Se pierden tantas vidas humanas, ante la mirada indiferente de quienes se contentan con contemplar el espectáculo, o peor aún, con especular sobre la piel de los que sufren», ha señalado Francisco en el discurso que ha pronunciado al recibir en audiencia a los participantes en el Capítulo General de los religiosos scalabrinianos este lunes. Fundada en 1887, la Congregación de los Misioneros de San Carlos Borromeo tiene un carisma especial de ayuda a los migrantes.
Francisco ha señalado que la experiencia migratoria, con el apoyo adecuado, puede convertirse en un «recurso de crecimiento para todos» si bien si se vive en soledad y abandono, «puede degenerar en dramas de desarraigo existencial, en una crisis de valores y perspectivas, hasta el punto de conducir a la pérdida de la fe y a la desesperación».
«Las injusticias y la violencia por las que pasan tantos de nuestros hermanos y hermanas, arrancados de sus hogares, son a menudo tan inhumanas que pueden arrastrar incluso a los más fuertes a las tinieblas del desaliento o de una sombría resignación», ha denunciado Francisco. Del mismo modo, ha instado a la Iglesia a inclinarse «sobre sus heridas, ocupándose de su extrema vulnerabilidad física, espiritual y psicológica».
Durante la audiencia, el Papa también ha defendido a los temporeros explotados para recoger fruta en Italia y ha asegurado que la acogida de inmigrantes es una solución ante los problemas de natalidad en Italia y en otros países europeos.
«Hoy no nacen más niños: la edad media en Italia es de 46 años. Italia necesita emigrantes, debemos decir esta verdad», ha señalado el Papa, que ha arremetido contra la «cerrazón y la hostilidad de los países ricos, que ven en los que llaman a la puerta una amenaza para su propio bienestar».
«Traemos a los inmigrantes para recoger manzanas, los utilizamos para recoger manzanas y luego los echamos», ha lamentado.