Una colección de piedras perforadas de un yacimiento arqueológico de Israel podrían ser molinetes, que representan un hito clave en el desarrollo de herramientas rotativas, incluidas las ruedas.
Los objetos con forma de rosquilla conectados a una barra, formando una rueda y un eje, son un invento clave que impulsó el desarrollo tecnológico y se asocian comúnmente con los carros de la Edad del Bronce. Los molinetes son objetos pesados que se unen a una varilla de huso, forman un dispositivo similar a una rueda y un eje para ayudar al huso a girar más rápido y durante más tiempo, lo que le permite recolectar fibras como lana o lino de manera eficiente e hilarlas para convertirlas en hilo.
Las piedras estudiadas en el nuevo estudio, recuperadas del yacimiento de Nahal-Ein Gev II en el norte de Israel, datan de hace unos 12.000 años, durante la importante transición hacia un estilo de vida agrícola y el período Neolítico, mucho antes de las ruedas de carro de la Edad del Bronce.
Al presentar un método innovador para estudiar objetos perforados, basado en modelos digitales 3D de las piedras y sus agujeros negativos, los autores describen más de un centenar de guijarros, en su mayoría de piedra caliza, que presentan una forma circular perforada por un agujero central. Sus hallazgos se publican en PLOS ONE.
Debido a esta estructura y composición, los autores del nuevo artículo –Talia Yashuv y Leore Grosman de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Israel– deducen que las piedras probablemente se utilizaron como torbellinos, una hipótesis que también se ve apoyada por el éxito del hilado de lino utilizando réplicas de las piedras.
Esta colección de torbellinos representaría un ejemplo muy temprano de humanos utilizando la rotación con una herramienta en forma de rueda. Podrían haber allanado el camino para tecnologías de rotación posteriores, como el torno de alfarero y la rueda de carro, que fueron vitales para el desarrollo de las primeras civilizaciones humanas.
Los autores añaden: «El aspecto más importante del estudio es cómo la tecnología moderna nos permite ahondar en el tacto de las huellas dactilares de los artesanos prehistóricos, para luego aprender algo nuevo sobre ellos y su capacidad de innovación y, al mismo tiempo, sobre nuestra tecnología moderna y cómo estamos conectados».