Bruce Springsteen regresó en la noche del sábado a San Sebastián, nueve años después de su última actuación en el estadio Anoeta, no para un regreso al pasado como en esa gira conmemorativa de ‘The River’, sino para invocar el poder liberador del rock «en tiempos peligrosos», como dijo desde el inicio de este tour europeo.
Bruce salió como en esta gira, con ‘No surrender’, irrumpieron a saco, en el escenario pasadas las nueve de la noche ante 40.000 entregados seguidores, muchos de ellos, conscientes de que esa pueda ser la última vez en que su ídolo vuelva a prodigarse y frecuentar recintos multitudinarios.
Siempre con ese horizonte concienciador, Springsteen, como en el resto del tour, mostró anoche su lado más comprometido socialmente y combativo en lo político desde 2002, cuando regresó espoleado por los atentados del 11-S para pedir a la sociedad americana levantarse y no se dejarse amilanar por el miedo y la desesperanza. Prácticamente, como ha hecho este año, tras la vuelta al poder de Trump.
En estos conciertos, y frente a los repertorios más equilibrados con clásicos, himnos festivos y peticiones de fans que manejó en los tours 2023 y 2024, en este 2025, que ha bautizado con un título explícito, algo inusual en él, Springsteen se vuelca, también en Anoeta, en traer a su repertorio actual canciones centradas en describir el drama social de las clases castigadas por las crisis económicas y los efectos devastadores de las decisiones de los poderosos, con Trump como epicentro de sus dardos en 2025.
Aunque muchas de las canciones interpretadas aludan premeditamente a otros contextos históricos y pasado, Springsteen está convencido de que Trump y sus colaboradores y consejeros, van a ocasionar en esas clases a las que se dirige los mismos daños morales y materiales que quienes protagonizan temas como ‘Death to My Hometown’, ‘Youngstown’, ‘Murder Incorporated’, ‘Rainmaker’, dedicada a Trump, o clásicos inmortales como ‘The Promised Land’, ‘Badlands’ o ‘Born in the USA’, llenos de frases críticas con el poderoso y mensajes rabiosos.
De la gira 2002 mantiene en todo el tour piezas catárticas como ‘Lonesome Day’, ‘My city of Ruins’ o ‘The Rising’, que ensarta y corona con un lazo con temas en torno a la necesidad de seguir adelante, defender el hogar y no decaer frente a la adversidad, como ‘Long Walk Home’, o la retadora ‘Wrecking Ball’, donde, como en otras elegidas, alude al declive industrial, la pérdida de la fe en el futuro o la necesidad de buscar el toque humano, como en ‘Human Touch’.
Frente a esos mensajes, Springsteen no olvida lo festivo, aunque menos presente en este tour que en otros, y obligado peaje en el rock de estadio en busca de la comunión y cultivar el jolgorio del público, como hace ahora con ‘Hungry Heart’, Glory Days-Bobby Jean o ‘Twist and Shout’, en versiones muy reforzadas por la presencia poderosa de la impetuosa sección de viento que lidera el carismático sobrino del fallecido Clarence Clemons.
Respecto a los dos tours de los que este de 2025 se antoja epílogo y prolongación, han desaparecido tanto sus clásicos de mayor minutaje y todos los temas de sus dos primeros discos, marcados por la luminosidad romántica y ensoñadora de su inicio y que son suplidos por temas con acusada carga emocional y espiritual; como dos caras de una misma moneda, una sombría y la otra, a medida que avanza el concierto, la que apela a luchar por salir del túnel.
Tampoco queda rastro de las incursiones en el disco de versiones de soul, que suple con temas redondos de sus discos más logrados de su última etapa, como ‘Letter to You’ (Ghosts) o el mencionado ‘Long Walk Home’ (‘Magic’),plegaria sobre el sentido de pertenencia y la búsqueda de la identidad.
Tampoco es casual la elección de ‘Chimes of Freedom’ para cerrar los conciertos, de Dylan que retumba como en la gira para Amnesty International.
Tras ella, y tras la retirada de los músicos, suena ‘This land is your land’, de canción de salida y que interpretó, por primera vez en la gira de ‘The River’ en 1980, y, precisamente, el disco que le trajo en 2016 a Donostia y cierra así el círculo. Quien sabe si para siempre en el caso del Boss y las giras maratonianas y multitudinarias, aunque con él, nunca se sabe. Tampoco parecía hace 9 años que fuese a volver y combatir a Trump obró esta vez el milagro.