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La manicura inesperada de la princesa Charlotte

Por Redacción

El 13 de julio de 2025, durante la final masculina de Wimbledon, la princesa Charlotte, de tan solo 10 años, se convirtió en protagonista inesperada del evento. Su aparición en el Royal Box, junto a sus padres, los príncipes de Gales, y su hermano George, fue impecable en términos de etiqueta. No obstante, lo que realmente captó la atención del público y los medios fue su manicura: unas uñas pintadas de un color rosa chicle vibrante, que rompía con las normas tradicionales de la realeza británica.

Charlotte cumplió con el estricto código de vestimenta de Wimbledon al vestir un traje blanco con volantes y zapatos tipo merceditas. Sin embargo, sus uñas aportaron una nota de frescura y espontaneidad que contrastó con la sobriedad habitual del entorno. Se trató de un gesto de estilo que, aunque pequeño, despertó un amplio debate sobre la evolución de la imagen pública de los miembros más jóvenes de la familia real.

En la tradición real, las mujeres como la reina Isabel II o Kate Middleton suelen optar por esmaltes de tonos neutros, como el clásico “Ballet Slippers”, favorecido por su discreción. Si bien no existe una norma formal que prohíba colores más vivos, la etiqueta real tiende a evitar excentricidades en la estética. El gesto de Charlotte, por tanto, no es solo una elección inocente de una niña, sino también un símbolo de modernidad y apertura en la monarquía.

La reacción del público fue inmediata y mayoritariamente positiva. Las redes sociales se llenaron de comentarios elogiando la naturalidad y personalidad de la joven princesa. Varios medios británicos e internacionales la calificaron como “la estrella del día”, y muchos destacaron cómo una elección tan sencilla como un color de uñas podía representar un paso hacia una monarquía más humana y cercana.

Este tipo de gestos sugiere que las nuevas generaciones de royals, como Charlotte, están siendo educadas en un entorno más flexible, donde se permite cierto grado de expresión individual sin por ello vulnerar el protocolo. La princesa transmitió autenticidad y alegría en un evento cargado de solemnidad, y su manicura se convirtió en el reflejo perfecto de esa espontaneidad.

En definitiva, lo que comenzó como un detalle aparentemente menor se transformó en una muestra de cómo la realeza británica evoluciona poco a poco, permitiendo que sus jóvenes miembros transmitan una imagen más moderna, fresca y conectada con el público. La manicura rosa de Charlotte no fue simplemente una elección de moda infantil, sino un pequeño gesto cargado de simbolismo.

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