La Summer League suele ser un escaparate para jóvenes promesas, un laboratorio donde los equipos ponen a prueba talento fresco y los aficionados descubren futuras estrellas. Este verano, todos los focos apuntan a un nombre que ya suena con fuerza en el baloncesto internacional: Yang Hansen. Con sus 7 pies y 1 pulgada de estatura (2,16 m), movimientos fluidos y una personalidad carismática, el gigante chino de 21 años se ha convertido en la gran sensación del verano con los Portland Trail Blazers.
Un debut que rompe expectativas
Seleccionado en el puesto 16 del Draft 2025, Hansen llegó con la etiqueta de “proyecto a largo plazo”, pero en apenas unos partidos ha cambiado la narrativa. En la Summer League, el pívot ha mostrado un repertorio poco común para su tamaño: buen tiro de media distancia, visión de juego y una sorprendente capacidad para leer la defensa rival. A esto se suma su energía en la pintura, su agresividad en los rebotes y su habilidad para intimidar con tapones espectaculares.
Los números acompañan: dobles-dobles casi automáticos, porcentajes sólidos y un impacto en ambos lados de la cancha que ha dejado impresionados a entrenadores y analistas. “Tiene instinto, pero sobre todo, tiene calma. Parece veterano en cuerpo de novato”, comentó un scout tras su último encuentro.
Un fenómeno global con sabor asiático
Si en la pista sorprende, fuera de ella fascina. Hansen no solo representa el futuro de Portland, sino también un puente directo con el mercado chino, que sigue siendo uno de los más importantes para la NBA. Cada uno de sus partidos genera millones de interacciones en redes sociales y transmisiones en vivo con cifras récord en Asia. Las comparaciones con Yao Ming son inevitables, aunque Hansen insiste en forjar su propio camino: “Admiro a Yao, pero quiero ser Yang”, declaró tras su primera gran actuación.
Su carisma, sumado a una presencia elegante y un inglés cada vez más fluido, lo convierten en una figura atractiva para marcas globales. Los expertos ya anticipan que podría convertirse en uno de los jugadores más influyentes, no solo por lo deportivo, sino por su poder mediático.
¿El futuro de los Blazers?
Para Portland, Hansen es más que una promesa: es la esperanza de un proyecto que busca renacer tras años de irregularidad. Con una plantilla joven y talentosa, su incorporación podría significar el inicio de una era distinta. Si consolida su evolución, no sería extraño verlo pelear por el premio a Novato del Año y, a mediano plazo, liderar un equipo que sueña con volver a los playoffs.
En definitiva, Yang Hansen no es solo una estrella veraniega. Es un fenómeno en ciernes que combina talento, marketing y proyección global. Y lo mejor está por venir: cuando empiece la temporada regular, el mundo del baloncesto tendrá la mirada puesta en un gigante que quiere conquistar la NBA… a su manera.