Asaja de Ávila, ante los incendios que asolan estos días Castilla y León y otras comunidades españolas, ha defendido la ganadería extensiva como pieza clave para frenar estas tragedias veraniegas, ya que la solución, a su juicio, no está en nuevas prohibiciones ni en planes que a su parecer están alejados de la realidad del campo, sino en recuperar lo que siempre funcionó: el pastoreo extensivo.
«El pastoreo reduce la carga vegetal, rompe la continuidad del combustible y mantiene abierto y limpio el territorio», recuerdan desde Asaja, que aprovecha para denunciar que las administraciones han optado por «años de políticas equivocadas» que han vaciado el medio rural de quienes lo cuidaban y han convertido montes y pastizales en «auténticas bombas de combustible por falta de limpieza y gestión».
En las últimas semanas, Ávila ha visto arder parajes como San Bartolomé de Pinares, Las Navas del Marqués, el Barranco de las Cinco Villas, en Mombeltrán, o Navaluenga, sumando miles de hectáreas calcinadas. La organización agraria afirma que esta devastación «no es fruto de la casualidad» sino del abandono, una «renaturalización» mal entendida que expulsa a ganaderos y agricultores y deja el terreno sin gestión activa.
La organización denuncia que, lejos de ser reconocidos como aliados, los ganaderos sufren normativas que les prohíben usos tradicionales, imponen trabas burocráticas que dificultan su trabajo e incluso restricciones para participar en tareas de extinción «a pesar de conocer mejor que nadie cada rincón del terreno».
A esto se añade el acotamiento de pastos durante cinco años tras un incendio, una medida que «castiga doblemente a quienes ya han perdido sus recursos» y que, según critican, persiste en Ávila pese a cambios legales que permitirían flexibilizarla.
La organización plantea medidas concretas: más inversión en prevención real con desbroces y limpieza de montes, apoyo decidido al pastoreo extensivo, fin del acotamiento tras los incendios, eliminación de trabas administrativas, integración de agricultores y ganaderos en los planes de extinción y un uso responsable de maquinaria agrícola adaptado a cada comarca.
El mensaje es contundente: «Sin ganaderos no hay gestión activa del territorio, y sin gestión, el fuego avanza sin control». Y la advertencia, clara: «Si de verdad se quiere frenar la ola de incendios que cada verano arrasa nuestro territorio, es hora de dejar de mirar al campo como un problema y empezar a verlo como la solución».