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Australia acude este sábado a las urnas ante el desafío de EEUU y China

Por Redacción

La población australiana acudirá este sábado a las urnas en el marco de unas elecciones federales en las que el primer ministro, el laborista Anthony Albanese, busca la reelección en pleno aumento de la tensión con Estados Unidos y China, ambos inmersos en una guerra comercial que afecta ya a numerosos países.

El Partido Laborista, que parte como favorito y busca lograr un segundo mandato para Albanese, lidera las encuestas de intención de voto a pesar del descenso de la popularidad del actual mandatario, que ha tenido que afrontar diversos frentes durante estos últimos tres años de Gobierno, especialmente ante el aumento de la inflación.

Los comicios permitirán perfilar un nuevo Parlamento en tiempos de grandes desafíos geopolíticos, pero también económicos. En total, son 150 los escaños que están en juego en la Cámara de Representantes, mientras que en el Senado son 40 de los 76 escaños los que deberán renovarse.

El líder de la oposición, el conservador Peter Dutton, ha hecho hincapié en la necesidad de «encarrilar» el país y cuenta actualmente con un índice de popularidad similar al del primer ministro, si bien todo apunta a una contienda muy ajustada que podría llevar a un ‘impasse’ a la hora de formar gobierno.

Albanese llegó al poder en el año 2022 augurando aires de cambio, procedente de una familia de clase trabajadora de Darlinghurst, un suburbio de Sídney. Sin embargo, el precio de las viviendas sigue aumentando a pesar de sus promesas, lo que ha dificultado en cierta medida su campaña electoral.

Los últimos sondeos sitúan al Partido Laborista como el principal favorito para ganar las elecciones, con el 53 por ciento de los apoyos, seguido de los conservadores de la Coalición Liberal-Nacional, que obtendrían el 47 por ciento de las papeletas, un margen que ha ido estrechándose durante las últimas semanas. En tercer lugar se encuentran Los Verdes, seguidos del partido de extrema derecha Una Nación.

A pesar de las crecientes críticas vertidas contra el Gobierno, los laboristas se han colocado como la opción más plausible para lograr la victoria, especialmente debido al rechazo a las políticas del presidente estadounidense, Donald Trump.

LA INFLUENCIA DE TRUMP

Las cifras, en un inicio más favorables a la coalición conservadora, fueron cambiando tras la toma de posesión de Trump en enero de este año. El propio Dutton recibió numerosas críticas por describir a Trump como alguien «perspicaz, listo y gran negociador» en lo referente a convertir la Franja de Gaza en «la Riviera de Oriente Próximo», unas declaraciones que han conmocionado a gran parte del electorado.

Su postura en lo referente al enclave palestino, el antisemitismo y la gestión migratoria, cercana a la de Trump, le han hecho perder apoyos a nivel nacional. Las encuestas de la semana pasada apuntaban a que un 35 por ciento de los votantes indecisos son ahora menos proclives a respaldar a Dutton debido a su visión de la Administración Trump y sus políticas.

Por su parte, Albanese descartó a principios de abril tomar medidas recíprocas ante la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a pesar de que ha mostrado su desaprobación al tildar estas medidas de «poco amistosas». Así, ha especificado que la agenda proteccionista de la Administración Trump «carece de fundamento» y «contradice las bases de la alianza» entre los dos países.

Esta decisión, ha explicado, aumenta la incertidumbre en la economía mundial y aumentará los costes para los hogares estadounidenses. «Es el pueblo estadounidense quien pagará el precio más alto por estos aranceles injustificados», alertaba Albanese tras conocer las medidas arancelarias procedentes del país norteamericano.

Con el objetivo de «no entrar al trapo», su Gobierno aboga por defender la eliminación de dichos gravámenes, los cuales considera injustificados, y busca impulsar el acuerdo de libre comercio existente, que «incluye mecanismos de resolución de disputas».

Sin embargo, y a pesar de la «historia compartida» entre Australia y Estados Unidos, no es la primera vez que Trump protagoniza algún tipo de roce con Canberra. En 2017, durante su primer mandato, el magnate neoyorquino mantuvo una tensa llamada telefónica con el entonces primer ministro, Malcom Turnbull, a quien colgó antes de tiempo, criticando un acuerdo en materia de refugiados firmado por su antecesor, Barack Obama.

Trump criticó el pacto alcanzado por Obama para reasentar a más de un millar de solicitantes de asilo que se encuentran en los centros de refugiados que Australia mantiene en islas en el Pacífico de Papúa Nueva Guinea y Nauru.

En opinión de Trump, dicho acuerdo era «el peor de la historia» y con él lo que Australia estaba buscando era exportar a los «próximos terroristas de Boston», en referencia a los dos hermanos de origen checheno que perpetraron el atentado contra el maratón en dicha ciudad estadounidense en abril de 2013.

CHINA Y EL INDO-PACÍFICO

La tensión entre Australia y China ha seguido aumentando durante los últimos años y ha llevado a las partes a cruzar acusaciones, especialmente en lo referente a la región del Indo-Pacífico. Hace tan solo unos meses, el Gobierno australiano apuntó a las maniobras militares «poco profesionales» y «peligrosas» realizadas por un caza de la Fuerza Aérea del gigante asiático en aguas del mar de China Meridional, donde la aeronave realizó disparos de advertencia a poca distancia de un avión australiano.

A pesar de que el Gobierno chino ha acusado a Australia de violar su soberanía por «entrar deliberadamente en su espacio aéreo», Canberra ha defendido que su presencia en zonas que China considera parte de su soberanía responde a «labores rutinarias».

En febrero, el país de Oceanía tuvo que desviar medio centenar de vuelos comerciales debido a las maniobras militares puestas en marcha por China cerca de las costas de Australia, una situación que hizo saltar las alarmas.

No obstante, Canberra también ha incrementando su presencia en aguas en disputa del mar de China Meridional al sumarse a las patrullas realizadas por buques de la Armada de Filipinas, país con el que China también mantiene unos tensos lazos.

UN ESCENARIO DE INCERTIDUMBRE

La situación –que muestra una conflictiva deriva entre dos países que comparten intereses en la región– ha llevado al Gobierno chino a pedir que Australia reformule su postura política respecto a Pekín, especialmente en materia de estrategia militar.

La relación entre las partes ya se vio golpeada hace unos años cuando el que fuera primer ministro de Australia, Scott Morrison, pidió que se investigara el origen del coronavirus. Ahora, otro de los principales escollos de la relación entre Australia y China es la detención del escritor y disidente Yang Henjun, que también cuenta con la nacionalidad australiana y fue condenado a muerte en el gigante asiático por espionaje.

Así, el nuevo gobierno australiano tendrá que hacer frente a numerosas incertidumbres a nivel nacional e internacional; un escenario marcado por la llegada de Trump a la Casa Blanca y que pondrá a prueba la capacidad de liderazgo del futuro primer ministro para forjar una geoestrategia compleja que lleve a una disminución de la tensión en el Indo-Pacífico y que permita a Australia salvaguardar sus intereses.

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