Centenares de fieles, muchos de ellos con banderas de Alemania, ya hacen cola para rendir homenaje y poder dar el último adiós a Benedicto XVI, cuyos restos mortales han sido trasladados de madrugada a la basílica de San Pedro con un rito privado y, por tanto, sin cámaras ni periodistas presentes.
El difunto Benedicto XVI descansa sobre un catafalco, cubierto por una tela de terciopelo rojo y sostenido por dos almohadillas, con una casulla roja y lleva en la cabeza una mitra blanca adornada. Además en sus manos entrelaza un rosario en sus manos.
A diferencia de sus predecesores, no lleva el palio papal, la cinta de lana con cruces que se pone sobre los hombros y que simboliza la potestad de gobierno en una determinada jurisdicción. De hecho, será enterrado sin vestir el palio, que se colocará en el ataúd como se hace para los obispos eméritos, según han informado los medios italianos.
Como renunció al pontificado, tampoco lleva la cruz pastoral, el bastón rematado con una cruz que tiene un significado paralelo al del palio.
El lugar elegido para que los fieles puedan venerar el cuerpo del Papa emérito delante del baldaquino.
La capilla ardiente abre sus puertas a las 9:00 horas y durante 10 horas los fieles podrán entrar a la basílica de San Pedro a velar el cuerpo de Benedicto XVI.
El resto de días, hasta el próximo 4 de enero, el tiempo de apertura de la capilla será superior. Se espera una afluencia de entre 30.000 y 35.000 personas cada día, según explicó el prefecto de Roma, Bruno Frattasi, durante el Comité provincial de Orden y Seguridad convocado de urgencia por el fallecimiento del Papa emérito.
El jueves tendrá lugar el funeral, en la plaza de San Pedro y ante la presencia de fieles, delegaciones oficiales de Italia y Alemania, y contará con la asistencia de otras autoridades, a título personal.
Desde que falleció el sábado 31 de octubre a las 9:34 horas y hasta este lunes, sus restos mortales estaban en una pequeña capilla privada en el monasterio dentro de los jardines vaticanos, donde ha vivido estos últimos casi 10 años, solo adornada por un árbol de Navidad y un pesebre.
Hasta allí se acercaron el domingo para despedirlo amigos íntimos, entre ellos alguna familia, antiguos compañeros de trabajo o religiosos y sacerdotes que lo conocían en persona.
Sin embargo, ahora es el momento de la despedida pública.
Sus restos mortales descansarán juntos a los de otros pontífices, en la cripta bajo la basílica de San Pedro. Algunos medios han barajado la posibilidad de que sus restos ocupen la tumba de su antecesor, Juan Pablo II, que en 2011 fue trasladado a la superficie de la basílica, si bien esta información no ha sido confirmada por el Vaticano.
El Papa Francisco, que será el encargado de oficiar el funeral del Papa emérito el próximo jueves día 5, fue la primera persona en velar el cuerpo de Benedicto XVI tras su fallecimiento, en el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, en el que vivía su retiro desde su sonada renuncia, según confirmó ayer la Santa Sede.
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