El aceite de orujo de oliva disminuye el colesterol, la resistencia a la insulina y genera otros efectos beneficiosos para la salud cardiometabolica y puede tener efectos positivos en patologías asociadas como la diabetes o la obesidad, según un estudio cuyos resultados publican las revistas ‘European Journal of Nutrition’, ‘Nutrients’ y ‘Food’.
El estudio, promovido por la Interprofesional del Aceite de Orujo de Oliva (ORIVA) y realizado por el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), analiza las propiedades del aceite de orujo de oliva frente al aceite de girasol y girasol alto oleico.
Los resultados de esta investigación han sido presentados este jueves 19 de enero en Madrid bajo el título ‘Evaluación del efecto en salud del Aceite de Orujo de Oliva frente al aceite de girasol y girasol alto oleico en consumidores sanos y en población de riesgo’. Tanto el presidente de ORIVA, José Luis Maestro Sánchez-Cano, como la vicepresidencia adjunta de Transferencia del Conocimiento (VATC) del CSIC, Ana Castro, han destacado su importancia ante la escasez de investigaciones que aborden el sector del olivar.
«Cuando comenzamos este proyecto, solo se habían llevado a cabo estudios in vitro o preclínicos en animales de experimentación con algunos componentes del Aceite de Orujo de Oliva. Sin embargo, no se conocía el efecto del consumo regular de este aceite en personas. Por ello, nos propusimos evaluar el impacto de su consumo diario en la salud cardiovascular y en dos patologías asociadas como son la diabetes y la obesidad, tanto en consumidores sanos como en personas con riesgo cardiovascular», ha recalcado también la doctora del CSIC, Laura Bravo Clemente.
En los cuatro años que ha durado la investigación, el CSIC han realizado dos estudios clínicos de intervención aleatorizados, controlados, cruzados y ciegos en 132 voluntarios de los cuales 67 eran normocolesterolémicos sanos y 65 hipercolesterolémicos en riesgo.
Durante catorce semanas, los participantes redujeron su consumo de fuentes de grasa a 45 gramos al día y con la restricción de otras fuentes dietéticas ricas en grasas mono saturadas, como los frutos secos, las aceitunas o los aguacates.
La científica del CSIC en el ICTAN Raquel Mateos ha explicado que distribuyeron aleatoriamente a los participantes en dos grupos para consumir bien el aceite de orujo de oliva, bien el aceite control durante cuatro semanas. Pasado este tiempo y tras una fase de lavado, se cruzaron los participantes para consumir el otro aceite durante el mismo tiempo, otras cuatro semanas.
Mateos precisa que estos eran estudios ciegos, ya que los voluntarios desconocían el aceite que les proporcionaban en cada etapa y que consumían a razón de 45 gramos diarios. También tuvieron restringido el consumo de otras fuentes dietéticas grasas.
A su vez, con el inicio y fin de cada una de las fases, la Unidad de Nutrición Humana del CSIC monitorizó la presión arterial y la composición corporal de los voluntarios. También recogieron muestras sanguíneas para conocer los cambios experimentados en el perfil lipido, la afección hepática, la inflamación y en marcadores relacionados con la diabetes, obesidad, estado antixiodante y oxidación lípida.
MEJORA CARDIOVASCULAR
La investigación concluye que se reflejaron efectos positivos de un consumo regular de Aceite de Orujo de Oliva frente a enfermedad cardiovascular tanto en los participantes sanos como en riesgo (voluntarios hipercolesterolémicos). Además, se ha observado que su consumo puede mejorar el perfil lipídico en sangre debido al descenso de los niveles de colesterol total y de las lipoproteínas de baja densidad (LDL o colesterol malo).
El consumo regular de aceite de orujo de oliva ha reportado también una disminución en el perímetro de la cintura, una medida relacionada con la obesidad y, por tanto, con el riesgo a sufrir un accidente cariovascular.
Los investigadores han destacado asimismo que en los consumidores sanos se evidenció una mejora del marcador de estrés oxidativo que se considera como una condición fisiopatológica asociada a un mayor riesgo cardiovascular.
Por último, respecto a la diabetes mellitus tipo 2, los resultados del estudio mostraron un descenso en los niveles de insulina y en el índice de resistencia a la insulina (HOMA-IR), asociados a un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad, mejorando en cambio la sensibilidad tisular a insulina, lo que podría implicar un menor riesgo de padecer diabetes.
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