El Gobierno de Estados Unidos ha concluido en un informe que la violencia vinculada a las armas de fuego puede considerarse «una crisis de salud pública», a la luz de unos datos que sitúan ya este tipo de incidentes como la principal causa de mortalidad para los niños.
El cirujano general norteamericano, Vivek Murthy, considerado el principal responsable dentro de la Administración federal para cuestiones de salud pública, ha difundido por primera vez un informe sobre este tema, en el que advierte de que las armas representan «una grave amenaza para la salud y el bienestar» de los ciudadanos.
Al año, unas 50.000 personas mueren por heridas vinculadas a armas de fuego, según una estadística que incluye también los casos de suicidio. Un 54 por ciento de los adultos admite que algún miembro de su familia o ellos mismos han sufrido o presenciado este tipo de violencia, mientras que a casi seis de cada diez les preocupa que alguien de su entorno sea víctima de las armas.
Murthy incide, además, en el «profundo» efecto que esta amenaza conlleva en materia de salud mental.
«La muerte, las heridas y el trauma no tienen que ser nuestra realidad», advierte el cirujano general al hablar de una situación que considera «prevenible». «Nuestro fracaso a la hora de atajarla supone una crisis moral», ha denunciado en redes sociales, en una batería de mensajes en el que ha llamado a actuar «con la claridad, la valentía y la urgencia que requiere el momento».
Murthy ha interpelado a todas las partes, independientemente de creencias o simpatías ideológicas, para trabajar en aras de un interés común, el de «vivir en un mundo que sea seguro para todos». La Administración de Joe Biden ha interpelado de manera particular durante estos últimos años a los republicanos, que se resisten sin embargo a establecer nuevas restricciones.