El Papa ha reclamado durante el ángelus de este domingo una Iglesia que no trate a nadie como «impuro» y que acoja sin «prejuicios».
«Miremos al corazón de Dios, porque necesitamos una Iglesia y una sociedad que no excluyan a nadie, que no traten a nadie como «impuro», para que cada uno, con su propia historia, sea acogido y amado sin etiquetas ni prejuicios. Sin adjetivos», ha señalado el Papa tras celebrar la fiesta de San Pedro y san Pablo este sábado.
El Pontífice ha destacado a los dos Santos protomártires romanos y ha definido el actual como «un tiempo de martirio en varias partes del mundo en las que hay persecución y discriminación por la fe».
También ha pedido al Sagrado Corazón que pueda «tocar el corazón de cuantos quieren la guerra para que se conviertan en proyectos de diálogo y de paz» como ocurre en Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar y tantos otros lugares que viven conflictos bélicos.
Comentando el evangelio del día con la curación de la hija del jefe de la sinagoga, Jairo, y una mujer con hemorragias (cf. Mc 5,21-43) – , Francisco ha subrayado el «contacto físico» con Jesús como elemento común de ambos milagros ya que «la mujer toca la túnica de Jesús y Jesús toma de la mano a la pequeña». «Es importante –ha añadido el Papa– porque ambas, por la sociedad, se consideran impuras y por lo tanto con ellas no puede haber contacto físico. Y, en cambio, Jesús se deja tocar y no teme tocar».
Para el Pontífice, «antes incluso de la curación física, Él desafía una concepción religiosa equivocada, según la cual Dios separa a los puros por un lado y a los impuros por otro. «En cambio, Dios no hace esta separación, porque todos somos sus hijos, y la impureza no deriva de alimentos, enfermedades y ni siquiera de la muerte, sino que viene de un corazón impuro», ha añadido.
En este sentido, ha señalado que frente a los sufrimientos del cuerpo y del espíritu, frente a las heridas del alma, frente a las situaciones que nos abaten e incluso frente al pecado, Dios no se mantiene a distancia, no se avergüenza de los hombres, no los juzga. «Al contrario, Él se acerca para dejarse tocar y para tocarnos y siempre nos levanta de la muerte. Siempre nos toma de la mano para decirnos: ¡Hija, hijo, levántate, camina, sigue adelante!», ha añadido.
De este modo, Francisco ha invitado a los fieles a preguntarse si actúan así «etiquetando a las personas».