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El riesgo de que Chad siga los pasos de otros países del Sahel preocupa en Occidente

Por Redacción

El Sahel ha venido experimentando una serie de golpes de Estado en cadena en Malí, Burkina Faso y Níger a los que inexorablemente ha seguido después la salida de las tropas francesas presentes en dichas antiguas colonias y un acercamiento de las juntas militares a Rusia en busca de apoyo militar. El temor está ahora en que Chad pueda seguir sus pasos y dejar a Occidente sin un aliado clave en la región para combatir el terrorismo.

El caso de Chad es particular porque aunque su actual presidente, Mahamat Idriss Déby, sucedió de forma irregular a su padre, Idriss Déby, muerto en combate frente a un grupo rebelde en abril de 2021, gracias al apoyo del Ejército, no se ha venido incluyendo entre los golpes de Estado de la región. El país está llamado ahora a las urnas este lunes y, salvo sorpresa mayúscula, el hijo del que fuera presidente durante más de 30 años, será elegido ahora sí de forma democrática como jefe del Estado.

La visita que Mahamat Idriss Déby hizo a Moscú el pasado enero, cuando se reunió con el presidente ruso, Vladimir Putin, hizo saltar las primeras alarmas. «He venido en tanto que país amigo, país hermano y país soberano que quiere reforzar sus relaciones sus relaciones con un país amigo», explicó el mandatario chadiano, a quien Putin ofreció el apoyo que fuera necesario.

En una reciente entrevista con RFI y France24, Déby volvió sobre esta visita para asegurar que mantuvo una conversación «muy fructífera» con Putin y esgrimió que no todo se reduce a la cooperación militar. Preguntado expresamente sobre si eso supone que Chad va a abandonar su tradicional alianza con Francia, fue rotundo: «Chad es un país independiente, libre y soberano».

«No estamos en el principio de un esclavo que quiere cambiar de dueño. Tenemos la intención de trabajar con todos los países del mundo que nos respeten y que quieran trabajar con nosotros bajo el respeto mutuo», puntualizó, recalcando en todo caso que a su país le interesa sobre todo la cooperación económica y no solo la militar.

CIRCUNSTANCIAS DIFERENTES

Lo cierto es que, según explica Thierry Vircoulon, investigador asociado del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI) en un podcast sobre Chad del ‘think-tank’ Crisis Group, el país «no está en la misma situación» que Malí, Burkina Faso y Níger, «es decir, no se enfrenta a una amenaza de seguridad importante y no tiene un fuerte estrés de seguridad».

Mientras que en los otros tres países, que han creado ahora la Asociación de Estados del Sahel (AES) los grupos yihadistas están causando estragos y ganando terreno, Chad solo se enfrenta a la amenaza terrorista en la zona del lago que le da nombre, donde operan tanto lo que queda de Boko Haram y Estado Islámico en África Occidental (ISWA, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, tal y como resalta el proyecto ACLED, es un país de una «inestabilidad endémica» como lo prueba el hecho de que entre enero de 2022 y marzo de 2024 ha contabilizado 270 actos de violencia política que dejaron más de 1.025 muertos. En 2021, uno de los años más turbulentos en la historia reciente del país, hubo 822 muertos en conflicto.

Ese año fue precisamente en el que murió el presidente Idriss Déby en enfrentamientos con el grupo rebelde Frente para la Alternancia y la Concordia en Chad (FACT). Desde 2021, al menos 400 personas han muerto en combates con este grupo rebelde, mientras que al menos 73 lo hicieron a manos del Ejército durante protestas por la prolongación del periodo de transición en octubre de 2022.

«El Estado mantiene su presencia gestionando complejas redes clientelares, permitiendo un cierto grado de violencia entre sus clientes como medio para controlar y reprimir fuertemente cualquier forma de disidencia», resume ACLED. «Estos métodos han ofrecido una relativa estabilidad, pero al mismo tiempo han exacerbado las tensiones internas, alimentado los conflictos comunitarios y facilitado la infiltración de grupos armados a algunas zonas del lago Chad o las fronteras con Libia y Sudán», añade.

NECESIDAD DE APOYO PARA LA CONTINUIDAD DEL RÉGIMEN

«La necesidad de apoyo al régimen tras las próximas elecciones presidenciales podría presentar una oportunidad para que Rusia siga adelante con sus ofertas de asistencia de seguridad», valora por su parte Liam Karr, experto en el proyecto Critical Threats, en un reciente análisis en el que recuerda la muerte durante una operación policial del líder del Partido Socialistas Sin Fronteras, Yaya Dillo el pasado febrero, como también lo hace ACLED, incidiendo en que era uno de los rivales del presidente.

Además, añade Karr, «Déby también se enfrenta a tensiones internas con la élite gobernante por su gestión de la guerra civil en el vecino Sudán» donde coopera con Emiratos Árabes Unidos (EAU) en su apoyo a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) enfrentadas con el Ejército de Sudán a cambio de ayuda financiera, lo cual ha generado malestar en el Ejército chadiano y la elite política.

«El Kremlin está dispuesto a ofrecer seguridad directa al régimen en formas en las que Occidente no lo haría, como enviando fuerzas de protección y organizando operaciones de información para vigilar contra golpes de Estado populares o de las elites», resalta este experto, para quien «Rusia probablemente busca aumentar su influencia en Chad minando y eventualmente expulsando a Occidente de la región».

«Chad es ahora mismo cada vez más importante en el tablero geopolítico del Sahel ya que siguiera el camino de Malí, Burkina Faso y Níger sería como si a Moscú le tocara ‘el Gordo'», reconoce por su parte Thierry Vircoulon, que incide además que el grupo paramilitar Wagner –ahora rebautizado como Africa Corps– además de estar presente ya en estos tres países también lo está en otros fronterizos como Libia –donde apoya al mariscal Jalifa Haftar–, en Sudán –respaldando a las RSF– y en República Centroafricana, donde apoya al presidente.

IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE CHAD

Así las cosas, el país se ha convertido en una pieza clave para Occidente en su lucha antiterrorista y alberga actualmente la que es la mayor base militar francesa en el continente. Aunque el sentimiento antifrancés no es aquí tan profundo como en otros países del Sahel, sí que hay «unos gérmenes claros en la opinión pública» chadiana, reconoce Remadji Hoinathy, experto en el lago Chad del Institute for Security Studies (ISS) en el citado podcast.

A este complejo contexto ha venido a sumarse la renegociación de la presencia de tropas estadounidenses (alrededor de un centenar de efectivos en el país). Tras el malestar expresado por el Gobierno chadiano, Estados Unidos ha procedido a retirar temporalmente a decenas de sus soldados mientras cierra con Yamena los términos para su despliegue.

«La situación central de Chad en el Sahel lo convierte en importante para todos los actores en la región, ya que sirve como dique contra o potencial puente entre los combatientes, las armas y las redes ilícitas que la rodean», resume Liam Karr, para quien «una presencia occidental reducida en Chad lastraría los esfuerzos para contener estas amenazas y limitar el creciente riesgo para los socios regionales y Europa».

No obstante, «la falta de fuertes lazos militares entre Rusia y Chad y la continuada voluntad de Occidente de cooperar con Chad pese a las preocupaciones en materia democrática y de Derechos Humanos podrían ralentizar o desincentivar la cooperación» entre Yamena y Moscú, augura.

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