La ciudadana estadounidense Ana Belén Montes ha sido puesta en libertad el pasado viernes tras más de 20 años en prisión por espiar para Cuba. Montes trabajaba como analista de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos (DIA, por sus siglas en inglés), pero estaba entregando secretos a las autoridades cubanas.
Un portavoz de la Oficina Federal de Prisiones estadounidense, Scott Taylor, ha informado el sábado de la liberación de Montes, según recoge la prensa puertorriqueña. Montes estaba retenida en la prisión de Fort Worth, en Texas, y tiene 65 años de edad.
Montes, que empezó a trabajar para la DIA en 1985, fue arrestada en 2001 por agentes del FBI poco después de los atentados del 11-S tras ser acusada de espionaje por revelar a la Cuba de Fidel Castro planes militares secretos de Estados Unidos.
Montes llegó a recopilar mensajes codificados por radio de onda corta, filtrar archivos encriptados e incluso hacerse pasar por otra persona con una peluca y un pasaporte falso, entre otras anécdotas de su larga carrera. Era considerada una experta del más alto nivel sobre las Fuerzas Armadas cubanas.
El filtrado de información de la puertorriqueña, conocida como la ‘Reina de Cuba’, llegó a provocar incluso la muerte de un oficial de las Fuerzas Especiales estadounidenses en El Salvador, según recogió en diciembre la cadena CBS.
Montes viajó hasta cuatro veces a Cuba para reuniones con agentes de inteligencia y recibió numerosos cheques en efectivo e incluso un certificado de distinción que el entonces director de la CIA, George Tenet, le entregó en 1997, según recoge el diario ‘The Washington Post’.
En el proceso penal reconoció haber revelado a las autoridades cubanas la identidad de cuatro agentes encubiertos de Estados Unidos y se enfrentaba a una posible condena a muerte si era declarada culpable, pero llegó a un acuerdo con la Fiscalía para cumplir una pena de 25 años de prisión.
«Participé en la actividad que me trae ante usted porque obedecí mi conciencia en vez de la ley», declaró durante el juicio. «Creo que la política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, y contradictoria al ideal del buen vecino, y me sentí obligada a ayudar a la isla a defenderse de los esfuerzos para imponerle nuestros valores y sistema político», agregó.
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