El Gobierno de Jordania ha convocado este martes al embajador de Israel para trasladarle personalmente su malestar por el «asalto» del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, a la Explanada de las Mezquitas, un lugar tan simbólico como espinoso para la convivencia interreligiosa en Jerusalén.
El Ministerio de Exteriores jordano ha confirmado en redes sociales la citación del embajador, horas después de criticar la visita de Ben Gvir como «una violación inaceptable» de la «situación histórica y legal en Jerusalén y sus lugares santos».
A ojos de Jordania, que ejerce como custodio del lugar, el Gobierno israelí «tiene toda la responsabilidad de las consecuencias» que puedan derivar de las acciones del líder de Otzma Yehudit, según un primer comunicado de las autoridades jordanas.
De esta forma, han apuntado que la visita «es un paso provocativo» que representa «una tendencia peligrosa que la comunidad internacional debe detener inmediatamente». En esta línea, el Gobierno ha recordado que es Jordania quien cuenta con la «autoridad legal» y la «jurisdicción exclusiva» para «gestionar los asuntos» en la Explanada de las Mezquitas».
Jordania ha pedido a Israel, «en su capacidad de potencia ocupante», que «ponga fin inmediatamente a todas las violaciones» en Jerusalén, al tiempo que ha solicitado que «respete» la administración jordana del lugar. «Es necesario que detenga todas las medidas destinadas a cambiar la situación histórica y legal e imponer una división especial», ha zanjado en su comunicado.
Israel se hizo con el control de la Explanada de las Mezquitas y el resto de la Ciudad Vieja de Jerusalén durante la Guerra de los Seis Días (1967). Sin embargo, permitió que Jordania siguiera manteniendo la autoridad religiosa en el lugar y, según el acuerdo de paz, reconoció el «papel especial» de Jordania sobre «los lugares santos musulmanes en Jerusalén».
Israel considera Jerusalén como su capital «indivisible», si bien el estatus de la ciudad está pendiente de un acuerdo de paz con las autoridades palestinas, que reclaman Jerusalén Este como capital de un Estado en las fronteras de 1967 en el marco de una solución de dos estados respaldada por la comunidad internacional, que apela igualmente a que no se realicen cambios al ‘statu quo’.
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