La Colección del Museo Ruso de Málaga vuelve a vincularse con el arte ruso a través de tres nuevas exposiciones

La Colección del Museo Ruso de Málaga vuelve a vincularse con el arte ruso a través de tres nuevas exposiciones

La Colección del Museo Ruso de Málaga vuelve a vincularse con la cultura y el arte ruso tras quedar paralizada en la ciudad por la guerra de Ucrania. El pasado mes de mayo no se renovaron las exposiciones que albergaba este espacio y se procedió a la devolución de las obras al Museo Estatal de San Petersburgo. Han sido siete meses en los que el museo ha estado de un periodo de «hibernación», con otras propuestas vinculadas a artistas como Picasso, y del que ahora despierta con tres nuevas exposiciones vinculadas al arte soviético.

Así, la instalación ‘For Sale’ de Ilya & Emilia Kabakov, la colección privada de arte ruso de la empresaria británica Jenny Green y las obras de José Manuel Ballester, Premio Nacional de Fotografía, se unen a la ya inaugurada ‘Sputnik. La odisea del Soyuz 2’ para vincular de nuevo el espacio al arte ruso, ocupando las salas del centro hasta el próximo 5 de junio.

Las nuevas propuestas, en las que colabora la Fundación «la Caixa», se han presentado este martes en un acto en el que han participado el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y el director de Área de Negocio de CaixaBank en Málaga, Luis Felipe Siles; el director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y otros equipamientos museísticos y culturales, José María Luna.

También han estado presentes el artista José Manuel Ballester; la propietaria de la colección privada de pintura rusa Jenny Green, y el comisario de dicha muestra, Ivan Samarine.

De este modo, la exposición ‘Arte ruso, una mirada inglesa. Una colección privada de pintura rusa’ presenta por primera vez al público la colección particular de Jenny Green, una empresaria radicada en Londres.

Green ha reunido un grupo excepcional de pinturas y dibujos que reflejan el esplendor de la creación artística rusa de los siglos XIX y XX. El criterio de la propietaria deja fuera, por voluntad propia, «el realismo socialista, basado en el adoctrinamiento, para apostar por los artistas más libres e imaginativos».

Con 76 obras datadas entre 1876 y 1980, la muestra reúne nombres como Venetsianov, Ivanov, Aivazovsky, Repìn, Serov, Bakst, Benois, Kandinsky, Serebriakova, Larionov, Goncharova, Chelischev o Essaian, testimoniando no solo la evolución del gusto en Rusia desde el Romanticismo hasta la agonía del régimen soviético, sino también el destino de sus artistas entre el arraigo y el exilio.

Según el comisario de la exposición, «nos encontramos ante una de las colecciones más significativas de cuadros rusos en manos privadas, y tanto más notable por haberse formado fuera de Rusia en los últimos veinte años».

Los cuadros de Jenny Green «son tan extravagantes y coloridos como su dueña», ha asegurado Samarine. Su entusiasmo, energía y ojo para el glamour la ubicaron en el centro de la escena de la moda de Kings Road, en Londres, a fines de la década de 1960, en la que desempeñó un papel fundamental en la vida de la boutique Granny Takes a Trip, que vistió a estrellas del ‘rock and roll’.

Dedicada a la estética en todas sus formas, Jenny pasó de la ropa a la pintura rusa. La exposición presenta obras maestras de la pintura rusa reunidas por ella y rastrea su desarrollo como coleccionista. Examina sus influencias e intenta responder a la pregunta de «¿qué tiene el arte ruso que entusiasmó tanto a una mujer inglesa en Londres en el siglo XXI?».

‘FOR SALE’, DE ILYA & EMILIA KABAKOV

Por su parte, la instalación ‘For Sale’, propiedad de la Fundación «la Caixa», fue realizada por el matrimonio ucraniano Ilya & Emilia Kabakov, residentes en Estados Unidos. «Constituye un claro ejemplo del conceptualismo emocional y autobiográfico de estos artistas, que quieren transmitir al espectador la sensación de ausencia propiciada por el exilio que vivieron», han señalado.

El visitante se adentrará en una habitación oscura de una vivienda relativamente pequeña donde hay una iluminación extraña y un interior fantasmal. Se trata de un salón antiguo con una cornisa dorada en la parte superior.

A lo largo de las paredes cuelgan seis cuadros en marcos oscuros y en el centro de la habitación hay muebles agrupados cubiertos del polvo por una gran manta blanca. Los habitantes de la habitación, como queda claro de inmediato, se han ido y todo el contenido está a la venta.

Toda la esencia de la instalación está en la iluminación. La habitación está inmersa en la oscuridad, pero la luz proveniente de la lámpara incide solo en una pintura que cuelga a la izquierda de la entrada.

En él se representa un paisaje urbano fuertemente iluminado y «que ayuda a dar seguridad y quitar desasosiego» al visitante de la habitación, que puede sentirse tanto como un intruso en un espacio íntimo como un posible comprador de ese espacio puesto a la venta.

Las otras cinco pinturas a lo largo de las paredes ‘funcionan’ como espejos insuficientes, que ocultan tanto como nos desvelan. Este efecto misterioso «funciona» de diferentes maneras dependiendo del enfoque del espectador hacia las otras pinturas.

‘AUSENTES’, DE JOSÉ MANUEL BALLESTER

Por otro lado, en cuanto a ‘Ausentes’, José Manuel Ballester, Premio Nacional de Fotografía, es conocido por sus series fotográficas en las que reinterpreta la historia del arte hurtándole los personajes a conocidas pinturas y dejando solo el espacio, el escenario en que éstas comparecían ante el espectador, actuando concepto de la ausencia.

En este caso, la ausencia no se refiere a la inexistencia de personas en sus fotografías, sino también a la desaparición de las obras del museo matriz de San Petersburgo en las salas de lo que era su filial malagueña. «La guerra en Ucrania hizo congelarse la colaboración entre Málaga y el Museo Ruso, y esa ausencia verdadera y tangible queda expresada por las obras de Ballester», han añadido.

Dentro de esta exposición, en la sección ‘San Petersburgo 2016’, el artista testimonia una visita realizada al Museo Estatal Ruso plasmando sus espacios visitables, su esplendor imperial de interiores suntuosos.

Mientras, en ‘Mundo moderno’ se centra en las salas dedicadas a las vanguardias rusas, que fueron una presencia constante en la Tabacalera, sometiendo esta vez las imágenes a tratamientos que las difuminan y hacen irreales los espacios que a través de la luz se transfiguran.

Las siguientes secciones, ‘Almacén de pintura’ y ‘Almacén de escultura’, acceden a los espacios ocultos del museo, aquellos en los que se conservan las obras no expuestas.

‘Variaciones a partir de Malévich’ acoge una serie de diseños del propio Ballester en los que indaga en los métodos de creación del suprematismo ruso a la vez que recuerdan al visitante la gran exposición de Malévich que acogió la Colección del Museo Ruso.

Finalmente, fotografías de Ballester exhibidas en formato de pequeñas reproducciones y enmarcadas servirán «para subrayar la fragilidad de los empeños humanos cuando se enfrentan a imprevistos como la invasión de Ucrania», cuyas consecuencias se extienden al museo en Málaga.


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