El jefe de Asuntos Humanitarios de la ONU, Martin Griffiths, ha advertido este jueves sobre la expansión de la «ruinosa» guerra en Sudán, que comenzó en abril de 2023 por las discrepancias entre el Ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y que ha desembocado en una catastrófica situación humanitaria.
«Casi nueve meses de guerra han arrastrado a Sudán hacia una espiral que solo se vuelve más ruinosa cada día. Mientras el conflicto se expande, el sufrimiento humano se profundiza, el acceso humanitario se reduce y la esperanza disminuye. Esto no puede continuar», ha declarado Griffiths en un comunicado.
En ese sentido, ha instado a ambos bandos a acabar con «la mayor crisis de desplazados del mundo» en 2023, que ha provocado el desplazamiento de más de siete millones de personas, de los que 1,4 millones han abandonado el país, mediante la protección de civiles, facilitar el acceso a ayuda humanitaria, y la detención de los combates de forma inmediata.
Además, Griffiths ha pedido a la comunidad internacional y a los países con más influencia sobre el Ejército sudanés y las RSF ha tomar acciones de cara a detener los combates y a asegurar las operaciones humanitarias, de las que dependerán unas 25 millones de personas este 2024.
«La sombría realidad es que la intensificación de las hostilidades está poniendo a la mayoría de ellos (los desplazados) fuera de nuestro alcance. Las entregas a través de las líneas de conflicto se han detenido. Y aunque la operación de ayuda transfronteriza desde Chad sigue sirviendo como un salvavidas para la gente de Darfur (Sudán), los esfuerzos para entregar ayuda en otros lugares están cada vez más amenazados», ha proseguido.
Si bien los combates se estaban desarrollando sobre todo en Jartum (la capital del país), la región de Darfur y en la de Kordofán, recientemente se han extendido al estado de Gezira y su capital, Wad Medani, de donde han huido más de medio millón de personas. Estos desplazamientos masivos han provocado también una rápida expansión de un brote de cólera en el estado, donde ya hay más de 1.800 casos sospechosos de la enfermedad.
«Los mismos horribles abusos que han definido esta guerra en otros puntos conflictivos (Jartum, Darfur y Kordofán) ahora se denuncian en Wad Medani. Los relatos de violaciones generalizadas de Derechos Humanos, incluida la violencia sexual, nos recuerdan que las partes en este conflicto aún no cumplen sus compromisos de proteger a los civiles. También existen serias preocupaciones sobre el cumplimiento por las partes del Derecho Internacional Humanitario», ha añadido.
Respecto a los informes sobre el saqueo de almacenes y de suministros humanitarios, Griffiths ha mostrado su rechazo a unas acciones que suponen «un duro golpe a los esfuerzos para entregar alimentos, agua, atención médica y otro tipo de ayuda vital».
Sudán lleva casi nueve meses de conflicto entre el Ejército sudanés y las RSF, enfrentamientos que estallaron el 15 de abril tras las fuertes discrepancias sobre la integración del entonces grupo paramilitar –ahora declarado como rebelde– en el seno de las Fuerzas Armadas, que hicieron descarrilar el proceso de transición abierto tras el derrocamiento en 2019 de Omar Hasán al Bashir después de 30 años de poder.
La guerra en Sudán ha devastado por completo el país y generado una de las mayores crisis humanitarias de tiempos recientes en África. El país suma, conflicto tras conflicto, casi siete millones de desplazados forzados y la última guerra se ha retroalimentado con un histórico conflicto intercomunitario en la región de Darfur, escenario, según ONG, de constantes atrocidades desde el estallido de la guerra.