RÚSTICAS LA TROCHA, empresa familiar de intermediación inmobiliaria, cuyos socios son Borja de Tavira Montes-Jovellar y Helena de Gregorio Basagoiti, gestiona la compraventa de fincas.
“Cambiemos el chip. Finca es bien un trocito de campo o una gran extensión, es una ubicación donde poner en marcha un proyecto. Podemos pensar en 10, 100 o 1.000 hectáreas”, esta es la reflexión de Helena de Gregorio, que apuesta de lleno por impulsar proyectos de carácter personal o profesional.
Cada finca está asociada a un proyecto diferente y cada cliente puede encontrar el suyo propio. Todo depende de la finalidad y del presupuesto. Por este motivo, escuchan todas las peticiones y la filosofía es empatizar con el proyecto planificado y hacerlo propio.
Muchas personas piensan que comprar campo es un lujo inaccesible y una mala inversión, pero la realidad es todo lo contrario, puntualiza Borja de Tavira.
Es un lujo accesible. Es una apuesta para nuestro tiempo libre, o bien para ejercer nuestra profesión, es una segunda ubicación para reunirse con familiares y amigos o es una oficina para sacar adelante un negocio. Es, por tanto, una forma de buscar la mejor calidad de vida. Es accesible y proporcional a la economía de cada uno.
Y además es una buena inversión. El suelo rústico tiene un valor económico según sea regadío, secano, dehesa o monte y además influye la ubicación. Esa cotización está siempre en función de la oferta y la demanda y como en todos los segmentos, fluctúa. Ahora bien, si se invierte en construcciones con sentido común, en infraestructuras que hagan sostenible esa finca y además se cuida el campo, el valor de ese suelo rústico se multiplica.
Una finca de recreo donde poder construir un refugio o una gran casa, cubrirá las expectativas de unos u otros, pero para todos será un sueño hecho realidad. Ese es el verdadero lujo.
Una finca cinegética que lleve detrás una buena gestión, que cuide y mejore sus especies, está abierta a un mercado que demanda calidad y buena oferta.
La caza mueve una economía muy importante y hay que cuidarla y respetarla para que siga sumando y sosteniendo tantos puestos de trabajo.
Una finca ganadera que cuide sus dehesas y sus pastos, que tenga detrás grandes profesionales (ganaderos, mayorales y veterinarios) que permita mejorar la calidad del ganado con un buen alimento y una buena gestión, está destinada a una puesta en valor y reconocimiento en el mercado.
Se anima a apostar por el campo y por las inversiones en fincas rústicas. Lo más importante para emprender un proyecto, es apoyarse en profesionales como Rústicas La Trocha y buscar un buen asesoramiento para desarrollarlo.