Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea buscarán este jueves y viernes en Budapest dar una imagen de unidad frente a los resultados de las elecciones en Estados Unidos y la voluntad de dejar claro que tienen una agenda propia que no debe bascular sea quien sea quien ocupe la Casa Blanca en los próximos años y que tiene como prioridad impulsar la competitividad de los 27.
Fuentes europeas avisan de que la respuesta puede no ser inmediata a la espera de analizar más en detalle la nueva realidad en Estados Unidos, pero los líderes aspiran a discutir sobre las bases de las relaciones transatlánticas «sin por ello perder de vista los intereses propios y de soberanía de la Unión Europea», por ejemplo en materia de defensa, política comercial, energía o política exterior.
La evolución de la campaña electoral norteamericana se ha seguido con cierta ansiedad desde suelo comunitario, conscientes en los 27 de que sea cual fuere el resultado, este supondrá un cambio en las relaciones entre la UE y Washington. Con todo, el reto de los líderes en esta cita será mostrar «unidad», insisten distintos altos funcionarios en Bruselas, que auguran un debate más complejo ya en diciembre, cuando esté más próximo el relevo en la Casa Blanca previsto para enero.
La primera reacción del bloque llegará, además, desde Budapest en donde el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, abierto aliado de Trump, ejercerá de anfitrión pese a las tensiones con sus socios en la UE por la deriva antidemocrática de su Gobierno y su proximidad al presidente ruso, Vladimir Putin; posiciones por las que llegó a planear una amenaza de boicot a la reunión que no han llegado a cumplir los mandatarios.
En todo caso, la agenda en Budapest arrancará el jueves con el formato de Comunidad Política Europea (CPE) que aglutina a cerca de medio centenar de líderes, con países clave en la región como Albania –anfitriona de la siguiente CPE en el primer semestre de 2025–, Ucrania, Reino Unido o Turquía además de los líderes de la UE y la representación de la OTAN, la OSCE y el Consejo de Europa.
El objetivo de este marco es avanzar en la reflexión y cooperación en el continente en cuestiones fundamentales como la migración y la seguridad económica, la estabilidad en la región y la seguridad en Europa en el contexto geopolítico actual. También hay un interés mayoritario, defienden distintas fuentes, en mostrar un apoyo inequívoco a Ucrania frente a la invasión rusa, en un momento especialmente sensible tras los resultados electorales en Estados Unidos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no acudirá a la capital húngara según anunció el martes «para poder atender la emergencia causada por la DANA» que ha dejado más de 200 muertos en el este y sur de España, la mayoría de ellos en la provincia de Valencia.
Concluido el foro regional, los líderes de la Unión Europea comenzarán la cumbre informal a 27 con una cena en el Parlamento húngaro centrada en las relaciones transnacionales y la compleja situación en Georgia; mientras que el viernes recibirán al ex primer ministro italiano, Mario Draghi, a la jefa del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, y al presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, para avanzar en la estrategia económica para relanzar la competitividad común.
«Tenemos una agenda propia y la mejor manera de abordar esta relación no es tanto mirando a Estados Unidos sino a la Unión Europea», defienden fuentes europeas, que insisten en que a pesar de las diferencias con Trump el escenario no es el mismo que tras su primera victoria porque ahora los 27 conocen al político.
PRIMER DEBATE SOBRE EL INFORME DRAGHI
El primer debate de los líderes sobre el ‘informe Draghi’ llega casi dos meses después de la presentación oficial del documento, que ya ha pasado por las manos de los ministros de Economía e Industria, quienes pese a «compartir el diagnóstico», acusan diferencias sobre cómo financiar el «aumento masivo» de inversiones que, según Draghi, necesita la industria europea para hacer frente a rivales como China o Estados Unidos.
El expresidente del BCE ya avisó de que sería necesario un esfuerzo de 800.000 millones al año –unos 5 puntos porcentuales del PIB–, hasta alcanzar niveles de los años 60 y 70, si la UE quiere mantener su competitividad y mantener una posición fuerte en el escenario internacional.
El informe señala que la movilización de la financiación privada será fundamental a este respecto y sugiere también la posibilidad de emitir deuda conjunta –tomando como ejemplo el fondo anticrisis– para financiar las necesidades comunes de la UE, una propuesta a la que son reacios los países tradicionalmente más frugales, como es el caso de Alemania, cuyo ministro de Finanzas, Christian Lindner, rechazó de forma tajante el planteamiento de Draghi el mismo día de su presentación.
Al respecto, fuentes comunitarias defienden que, pese a que el debate pueda resultar desordenado, las discusiones arrancarán con el objetivo de priorizar y aterrizar algunas de las medidas que recogen las más de 400 páginas del informe para pasar de tener un buen diagnóstico a aplicarlo, con la ventaja añadida de que Draghi cuenta con un ‘extra’ de credibilidad por haber estado en la piel de los líderes.