Dice el refrán que los clásicos nunca mueren.. Y que siempre vuelven. Y además, triunfan. Así se ha podido constatar este jueves en un abarrotadísimo WiZink Center, en Madrid, donde un eterno Manolo García ha deleitado con un concierto épico, de más de tres horas, en el que se han alternado nuevos y viejos temas, sin olvidar canciones de ‘El último de la Fila’, la mítica formación que lideraba junto a Quimi Portet y que se disolvió hace más de dos décadas.
A su paso por Madrid, donde había colgado el cartel de ‘sold out’ desde hacía meses, García ha ofrecido una renovada puesta en escena a la hora de interpretar sus canciones, envuelto en una vibrante escenografía y pantallas gigantes a ambos lados del escenario, lo que facilitaba la visión a todos los asistentes.
Precisamente, con esta gira ‘Cero Emisiones Contaminantes Desde Ya’, con la que el artista busca hacer un llamamiento a la lucha contra el cambio climático, García regresa a los recintos de gran tamaño tras la anterior ‘Gira de Teatros’, en la que vendió todas entradas de todos los conciertos, celebrados en teatros y auditorios.
En esta ocasión, pasaban pocos minutos de las 20.30 horas en la capital cuando sonaban los acordes del mítico ‘Insurrección’, con un recinto a oscuras que preparaba sus gargantas para entonar aquel «¿dónde estabas entonces cuándo tanto te necesité?».
Al finalizar este tema, el cantante saludaba a todos los que habían acudido «al Pabellón de Deportes de la Comunidad de Madrid», como se llamaba inicialmente el recinto, y precisar que dedicaba el concierto «al pueblo de Palestina por el sufrimiento inhumano al que está siendo sometido innecesariamente». En apoyo a sus palabras, al artista llevaba un pañuelo palestino al cuello, que ha lucido durante gran parte del concierto.
García también ha querido dedicar el concierto, «como viene siendo habitual», a los «pequeños agricultores y ganaderos» así como a los autónomos que, como ha precisado, «mantienen el país» por lo que ha pedido «que se les trate bien, como ellos tratan al país, trabajando y y dejándose la piel», sin olvidar tampoco a los «currantes de las compañías de discos, los que están a pie de calle».
No ha sido la única reivindicación del cantante –que también ha arremetido contra las redes sociales y ha pedido a los asistentes «olvidar el móvil»– durante un espectáculo en el que, bromeaba, había «comido lengua» ya que no han cesado ni los comentarios trufados de denuncia social ni los guiños constantes a la participación del público.
Uno de esos momentos de conexión con el público ha llegado a su punto más álgido con ‘Pájaros de barro’ que el cantante ha interpretado íntegramente en la pista de un iluminado recinto, entre el delirio de miles de personas que coreaban al unísono «ahora sopla el viento, cuando el mar quedó lejos, hace tiempo».
Anteriormente, como bien había anticipado, han sonado temas más actuales como ‘10.000 veranos’ o ‘Un giro teatral’, junto con otras veteranas como ‘Mientras observo al afilador’, ‘Como quien da un refresco’, ‘Zapatero’, ‘Rosa de Alejandría’, ‘Con los hombres azules’ o ‘Somos levedad’, pertenecientes a los inicios de su discografía en solitario, para dar paso a las longevas ‘Llanto de pasión’ o ‘Lápiz y tinta’.
De este modo, el artista ha ido desgranando las canciones de su último trabajo, un doble álbum de estudio que incluye los títulos ‘Mi Vida en Marte’ y ‘Desatinos Desplumados’, en una primera parte del concierto en la que ha introducido en el repertorio varios ritmos flamencos, acompañados de la bailaora Pilar Moreno, coprotagonista en temas como ‘Maturranga’ o ‘Azulea’.
Esta noche, García también ha estado acompañado en el escenario por Juan Carlos García (teclado, percusión y coros), Íñigo Goldaracena (bajo y contrabajo), Víctor Iniesta (guitarra española y acústica, percusión), Albert Serrano (guitarra eléctrica), Olvido Lanza (violín y coros), Ricardo Marín (guitarra eléctrica y acústica), ‘Josete’ Ordóñez (guitarra española, mandolina, mandola) y Charly Sarda (batería y percusiones). «Aquí somos todos», ha destacado el artista en respuesta a quienes coreaban ‘Manolo, Manolo’.
ESPECTÁCULO DE LUZ Y ALEGRÍA
Guardaba el artista otro as en la manga con ‘A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando’, momento en el que se inundaba el recinto de gigantes globos de colores, antes de hacer una pausa «de doce minutos exactos», pasadas ya dos horas de concierto, para volver con más fuerza si cabe. En ese momento, García instaba a sus seguidores a «buscar la luz y la alegría». «¡Viva la emoción de vivir y vivamos el presente!», clamaba ante el público en un escenario que imitaba a un salón, sentado el autor en un sillón mientra entonaba la reciente ‘Reguero de mentiras’.
A continuación, en un nuevo guiño al pasado para deleite de los asistentes, sonaban las nuevas versiones de ‘Lejos de las leyes’, ‘Aviones plateados’, A veces se enciende’ o ‘Como un burro amarrado a la puerta del baile’, de ‘El último de la Fila’. «Esto no es un mitin político pero es de justicia social», aseguraba el cantante en mitad de ‘Prefiero el trapecio’ en recuerdo a la «Rue del Percebe» del también mítico Ibáñez.
Enfilaba el concierto su recta final pero nadie quería abandonar ni las gradas ni la pista mientras la banda interpretaba ‘Si te vienes conmigo’ o ‘Nunca el tiempo es perdido’, en medio de más globos de colores y confeti que desataban la locura del público. Se cumplían tres horas de concierto y no había signos de cansancio ni en el escenario ni entre los fans.
En los compases finales, García entonaba ‘Todo tiene su fin’ de Los Módulos y recordaba a uno de sus componentes originales, el guitarrista y cantante Pepe Robles, con la promesa de interpretar juntos algún tema sobre el escenario, en un concierto que acababa con un ‘Para bailar la bamba’ y la ranchera ‘Sigo siendo el Rey’, por si alguien tenía alguna duda después de escuchar esta noche a un inolvidable e inimitable Manolo y a los suyos.