El primer ministro en funciones de Líbano, Nayib Mikati, ha afirmado que varios países extranjeros están «preparando» una solución para la crisis política que atraviesa el país por la vacancia en la Presidencia después de que el Parlamento no haya podido elegir al sustituto de Michel Aoun, cuyo mandato expiró el 31 de octubre.
«Según informaciones extranjeras, hay algo que está siendo preparado para resolver la crisis, pero las cosas necesitan tiempo», ha dicho Mikati, quien se ha mostrado abierto a convocar una reunión de Gobierno «cuando sea necesario y urgente», según ha recogido el portal libanés de noticias Naharnet.
El Parlamento libanés, dividido entre el bloque encabezado por el partido-milicia chií Hezbolá y sus opositores –sin que ninguno cuente con una mayoría clara–, cerró la semana pasada su décima sesión sin lograr elegir al nuevo presidente del país. Está previsto que la próxima se celebre ya en 2023.
Para ser elegido, el presidente debe obtener el apoyo de dos tercios de los parlamentarios –86 de los 128– en primera ronda o una mayoría absoluta en caso de que haya que celebrar más votaciones, tal y como contempla el artículo 49 de la Constitución libanesa. Aoun fue elegido presidente en 2016 después de casi medio centenar de sesiones parlamentarias que se prolongaron durante dos años y medio.
Por otra parte, Mikati ha dicho que el incidente en el que la semana pasada murió un ‘casco azul’ irlandés de la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL) «probablemente no fue premeditado», ya que tuvo lugar fuera del área de operaciones de la misión.
Sin embargo, ha reconocido que «no fue un incidente ordinario» y ha dicho que «debe ser tomado en serio e investigado totalmente para que haya una rendición de cuentas». «Esperamos llegar pronto a una conclusión», ha señalado el primer ministro libanés, que ha confirmado que hay cooperación con la FINUL.
La FINUL fue desplegada en el país en 1978 y restaurada después del conflicto de 2006 entre Israel y el partido-milicia chií libanés Hezbolá, que duró poco más de un mes y que se saldó con la muerte de unas 1.200 personas en Líbano –la mayoría civiles– y 160 israelíes –la mayoría soldados–, así como con importantes daños materiales en el país árabe.
Mikati ha rechazado además las informaciones sobre el presunto envío de armas por parte de Irán a la capital de Líbano, Beirut, y ha dicho que el Ejército y las agencias de seguridad «han recalcado que las investigaciones han confirmado que estas informaciones son infundadas y que no están entrando armas a través del aeropuerto».
Líbano lleva varios años atrapado en una profunda y prolongada crisis política, económica y social que ha provocado que más del 70 por ciento de la población viva por debajo del umbral de la pobreza y un sistema bancario paralizado desde octubre de 2019.
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