Tesla ha excluido el objetivo que hasta ahora estaba en los planes estratégicos de la firma para fabricar 20 millones de vehículos eléctricos al año para 2030, según el nuevo informe de sostenibilidad que ha publicado este jueves la automovilística estadounidense, en una clara señal de los problemas de competencia y crecimiento a los que está teniendo que hacer frente en el continente asiático y Europa.
«Nuesto objetivo es construir y entregar 20 millones de vehículos al año hasta 2030 y para lograr este objetivo, necesitamos que nuestros productos sean accesibles», afirmó la compañía en el informe del año pasado, en relación a las declaraciones de 2020 de su fundador, Elon Musk, quien entonces dijo que Tesla aspiraba a vender 20 millones de vehículos para finales de década, casi el doble de los que vende Toyota, el mayor fabricante de coches del mundo.
Sin embargo, en el documento que se ha publicado este jueves la empresa ha omitido lo que hasta ahora había sido el objetivo de su estrategia y, de hecho, la fecha de 2030 no llega a aparecer en ninguna de las 160 páginas del informe.
De hecho, el nuevo objetivo de Tesla es «sustituir los combustibles fósiles vendiendo tantos productos de Tesla como sea posible y, para ello, hacerlos más accesibles», con lo que la marca da a entender la necesidad de abaratar sus productos para poder seguir incrementando su cuota de mercado a nivel mundial.
Hasta ahora, Tesla ha conseguido reducir el coste de fabricación de un solo vehículo en casi un 50% con respecto a las cifras de 2018 a través de la ampliación del catálogo a modelos como el Model 3 y el Model Y, pero también por el despliegue de fábricas más eficientes.
Tras conocerse el informe, las acciones de Tesla se han desplomado en el Nasdaq estadounidense más de un 2% hasta los 175,62 dólares (unos 162 euros por título) tras haber perdido casi un 30% de capitalización desde enero.
DESACELERACIÓN MUNDIAL
La caída del interés de los clientes en los vehículos eléctricos –prefiriendo otras tecnologías como la híbrida– y la mayor competencia a nivel internacional derivada de una mayor presencia de las marcas chinas, han provocado una pérdida de negocio de Tesla en las diferentes regiones en las que opera en estos momentos.
En 2023, la automovilística estadounidense vendió 1,8 millones de vehículos y ya ha advertido en sus últimos informes y declaraciones de que este año crecerá a un ritmo «notablemente menor».
EL CONTROL A LOS PROVEEDORES
En el informe de impacto, donde Tesla da a conocer sus propias estadísticas sobre el impacto ambiental, el uso del agua o la diversidad laboral, también se ha hecho pública la visión de la empresa en cuanto a las relaciones con los provedores de metales.
En un momento en el que la demanda de estos minerales para baterías de vehículos eléctricos y la guerra de aranceles entre Estados Unidos y China puede suponer un impacto en la estrategia de la automovilística, Tesla dice que «ningún material de los que se usan en la cadena de suministro proceden de fuentes no autorizadas».
«Trabajamos con Glencore para poner en marcha un sistema de seguimiento por satélite de las operaciones Kamoto Copper Company en la República Democrática del Congo», ha remarcado la firma, descartando el uso de mano de obra infantil en la fabricación de sus coches.
Además, Tesla puntualiza que sus cátodos de níquel seguirán necesitando cobalto, aunque «menos» que otras baterías y marcas del sector. «Estamos aumentando el uso de baterías de hierro sin cobalto, especialmente de energía y productos de gama estándar», ha sentenciado.
Así mismo, la automovilística dice que sus baterías están diseñadas para durar más que la vida del vehículo: después de más de 320.000 km, los Model 3 e Y conservan de media el 85% de su capacidad original.
Ninguna de estas baterías va a parar a los vertederos, acorde a la información proporcionada por la marca, al final de su vida útil, se reciclan para construir paquetes de baterías totalmente nuevos.
A diferencia de la extracción de combustibles fósiles, las materias primas necesarias para las baterías no son de un solo uso, sino que pueden reciclarse y utilizarse para fabricar nuevos productos.
Incluso en picos de demanda, la transición a una economía energética sostenible supondrá 18 gigatoneladas menos de extracción de materias primas al año.