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Un ‘árbol de lluvia’ o ganadería regenerativa, soluciones de Acción contra el Hambre frente a la desnutrición

Por Redacción

Acción contra el Hambre ha apostado por impulsar la agroecología como una de las soluciones a la desnutrición causada por la crisis climática y ha puesto como ejemplo algunas de sus iniciativas en distintos países del mundo como un ‘árbol de la lluvia’ en Guatemala o la ganadería regenerativa en Níger y Senegal.

En Guatemala, el ‘árbol de lluvia’ es un sistema que recoge el agua de lluvia durante la temporada húmeda y la almacena, permitiendo que las plantas dispongan de agua durante los periodos de escasez. Según destaca la ONG, ha incrementado la producción de yuca en un 16%, mejorando la seguridad alimentaria local.

Por su parte, los programas piloto de ganadería regenerativa en Níger y Senegal gestionados por Acción contra el Hambre, están restaurando la fertilidad del suelo, mejorando la retención de agua y facilitando la absorción de carbono; mientras que en Filipinas, la organización trabaja con comunidades locales para desarrollar prácticas agrícolas resilientes, incluyendo el cultivo de variedades tradicionales adaptadas al cambio climático.

Además, en el Sahel, un sistema de alerta temprana basado en imágenes satelitales ayuda a los pastores a encontrar pastos durante las sequías, protegiendo sus medios de vida; y, al mismo tiempo, nuevas aplicaciones como REact están permitiendo a las ONG integrar energías renovables en sus proyectos, promoviendo así un desarrollo más sostenible.

Según ha advertido Acción contra el Hambre, se calcula que 183 millones de personas estarán en riesgo de sufrir hambre en 2050 como consecuencia de la crisis climática, lo que, según la ONG «obliga a priorizar soluciones que garanticen la seguridad alimentaria, la resiliencia, la autonomía y la sostenibilidad de las regiones más afectadas a largo plazo».

Por ello, con motivo de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de este año (COP29), que se celebra del 11 al 22 de noviembre en Bakú (Azerbaiyán), Acción contra el Hambre ha reiterado «que el aumento de las temperaturas, la degradación del suelo y los fenómenos climáticos extremos son indisociables de la creciente crisis alimentaria que padecen las regiones más vulnerables del mundo».

«Puesto que el hambre es una consecuencia directa del calentamiento global, los esfuerzos encaminados a mitigarlo deben centrarse en garantizar el acceso a la alimentación y la salud a largo plazo», ha insistido la ONG, que ha animado a aprovechar los avances tecnológicos en beneficio del planeta y extender las prácticas ecológicas a todas las actividades del sector humanitario.

En este sentido, explica que la nueva herramienta REact, que acaba de lanzar Acción contra el Hambre gracias a su trabajo conjunto con el equipo técnico de la Fundación acciona.org y la cofinanciación de la Unión Europea, trabaja también en esta dirección.

Se trata de una aplicación web y móvil, que ya se está utilizando en proyectos piloto de Colombia y Guatemala, que permite estimar las necesidades energéticas en contextos humanitarios y guiar la toma de decisiones para cubrirlas mediante energía solar.

La aplicación, gratuita y de libre acceso, es una herramienta que se pone a disposición de cualquier ONG. «Permite calcular cuáles son las necesidades energéticas de una escuela, una clínica, un campamento de refugiados o un pozo de agua, por ejemplo, y propone soluciones basadas en energías renovables», ha relatado el director de I+D+i de Acción contra el Hambre, Amador Gómez.

La referente de medio ambiente y cambio climático de Acción contra el Hambre, Aida Muñoz, ha recordado que la organización incorpora la lucha contra el cambio climático de forma transversal en todas sus actuaciones. «No solo trabajamos por reducir la huella de carbono de nuestras sedes y misiones, sino que nos esforzamos por evaluar y mitigar el impacto ambiental de todos nuestros proyectos», ha asegurado.

Por ello, ha explicado que, en terreno, están implementando la herramienta NEAT+, de uso sencillo, y desarrollada por la comunidad humanitaria internacional, que permite conocer los posibles impactos ambientales que pueden tener las actividades de los proyectos y sugiere medidas de mitigación.

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