El presidente electo de Taiwán, William Lai, ha asumido este lunes formalmente el cargo en una ceremonia en la que ha centrado su discurso en la necesidad de preservar el estatu quo actual de la isla como una entidad completamente independiente de China, cuyo Gobierno «debería cooperar» con el ejecutivo taiwanés.
«Espero que China afronte la realidad de la existencia de la República de China y de buena fe coopere con el gobierno legal elegido por el pueblo de Taiwán», ha manifestado durante su intervención, según ha recogido el portal Focus Taiwán.
En ese sentido, ha abogado por un diálogo basado en los principios de la «igualdad y dignidad» en vez de recurrir a la «confrontación y la contención», instando a Pekín a acabar con su política de «intimidación militar» y «liberar al mundo del miedo de la guerra».
La ceremonia ha contado con la presencia de una delegación estadounidense encabezada por el exdirector del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Brian Deese, y el ex subsecretario de Estado, Richard Armitage, según anunció este fin de semana el Ministerio de Exteriores de Taiwán.
Además de asistir a la ceremonia de inauguración presidencial y al banquete, el grupo se ha reunido con Lai para entablar «debates en profundidad sobre las relaciones entre Taiwán y Estados Unidos», que no reconoce formalmente la independencia de la isla pero sí es un aliado declarado.
La ceremonia ha tenido lugar en medio de un incremento de la seguridad, tal y como ha anunciado este domingo la Guardia Costera de Taipei, que ha mandado personal adicional «patrullar a todas horas del día y de la noche» de este domingo las islas periféricas de Taiwán.
Nacido en 1959, alcalde de Tainan y después primer ministro y vicepresidente de Taiwán, Lai ha sido vinculado en numerosas ocasiones con la principal facción del gobernante Partido Progresista Democrático, la centro-izquierdista Nueva Ola, gran defensora de la independencia total taiwanesa.
En 2018, según ascendía en las filas de la política de la isla, Lai tuvo que matizar unas declaraciones en las que se describía como «un trabajador político pragmático por la independencia» al puntualizar que «Taiwán es una nación soberana e independiente» y que, por lo tanto, no tiene por qué declarar su independencia»; una decisión que «solo pueden tomar sus 23 millones de habitantes», recogió entonces el diario ‘Taipei Times’.
A pesar de que Lai ha combinado esta clase de declaraciones con comentarios más mesurados en torno al futuro de las relaciones con Pekín — «Nuestra puerta siempre estará abierta al entendimiento con China bajo un principio de igualdad, porque la paz no tiene precio y la guerra no conoce ganadores» –, el Gobierno chino le ha puesto ya la cruz como un «instigador bélico» que anticipa cuatro años más de tensiones todavía más evidentes.
«Este hombre va a alejar todavía más a Taiwán de la paz y la prosperidad para acercarla a la guerra y a la decadencia», manifestó en su día el portavoz de la Oficina para Asuntos de Taiwán, la agencia china encargada de las relaciones con la isla, Chen Binhua. La compañera de fórmula electoral de Lai, cabe recordar, fue nada menos que la antigua representante (embajadora ‘de facto’, prácticamente) de la isla en Estados Unidos Hsiao Bi Khim, quien actuará como enlace fundamental con el gran aliado internacional de Taipei.