El presidente de China, Xi Jinping, comienza este domingo en Francia su primera visita a Europa en cinco años, un viaje en el que compartirá impresiones sobre el desarrollo económico y el rol global de su país con dirigentes de dos modelos políticos, uno entroncado firmemente en la Unión Europea, representado en Francia — con la participación especial de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen — , y otro más próximo al entorno ruso y chino como son Hungría y Serbia.
Xi será recibido esta tarde por el primer ministro francés, Gabriel Attal, antes de mantener al día siguiente una reunión con Von der Leyen y el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Desde el Elíseo se informa además que la situación en Ucrania y Oriente Próximo también adquirirán importancia durante las conversaciones.
La visita a Francia comienza después de que la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, criticara las prácticas chinas en materia de subvenciones estatales, y no descartara la adopción de medidas de respuesta. De hecho, la Comisión Europea está investigando si la venta de coches eléctricos chinos en Europa está siendo subvencionada indebidamente y si es necesario tomar contramedidas.
Xi advirtió contra cualquier medida de protección económica durante la visita del canciller alemán Olaf Scholz a Pekín en abril. Tanto Alemania como China dependen de la industria y apoyan el libre comercio, afirmó el jefe de Estado chino. «En este sentido, ambas partes deben protegerse contra el auge del proteccionismo», añadió.
El presidente chino visitará Hungría para conversar con el primer ministro Viktor Orbán, jefe del Gobierno del único país de la Unión Europea que forma parte del gran proyecto internacional de infraestructuras chino conocido como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (o la Nueva Ruta de la Seda). Orbán es conocido por sus discrepancias con las decisiones de Bruselas y de la OTAN, así como por su proximidad a Moscú, como también lo es el presidente serbio, Aleksandar Vucic, quien también compartirá impresiones con el dirigente chino.
De hecho, hace una década, Hungría y Serbia concluyeron un acuerdo con Pekín para modernizar el ferrocarril entre sus capitales, Budapest y Belgrado, parte de un plan de la Franja y la Ruta para conectar con el puerto del Pireo en Grecia, controlado por China, al sur, una entrada para los productos chinos hacia Europa Central y del Este. El proyecto, valorado en unos 2.000 millones de euros, espera entrar en funcionamiento en 2026, tras varios retrasos.
La visita a Serbia comprenderá un momento especialmente simbólico porque ocurrirá en torno al 25º aniversario del bombardeo estadounidense de la Embajada china en la capital serbia, Belgrado, durante el bombardeo de la OTAN sobre Yugoslavia, el 7 de mayo de 1999.
El bombardeo mató a tres periodistas (Xu Xinghu, su mujer, Zhu Ying y Shao Yunhuan) y ha caracterizado desde entonces las tensas relaciones contemporáneas entre China y la Alianza Atlántica. Ejemplo de ello han sido las críticas de China a lo que considera una política expansionista de la OTAN, que Pekín ve como uno de los factores fundamentales que ha terminado por desencadenar la guerra de Ucrania.
Xi, aliado del presidente ruso, Vladimir Putin, se ha negado a describir el conflicto como una invasión rusa y achacado a la alianza parte de la responsabilidad por su estallido.